13 julio 2012

Aprendiendo a conducir, Segunda Parte


Han pasado casi 3 meses desde que terminé las clases en la escuela de manejo y las empecé con un profesor particular, muy estricto y que no me pasa ni una… el papá de Ale. Al principio fue fácil por que me tenía mucha consideración pero conforme pasaban los fines de semana y no veía mis avances sacó su modo profesor jirafales remasterizado, ¡¡¡TATATA!!! Al punto que tuvimos que llegar a el acuerdo que lo pasara en el carro se quedaba en el carro se quedaba en el carro, pero esta historia tuvo un gran avance el día que me dijo con cara de decepción que yo no me esforzaba lo suficiente ni me concentraba en lo que estaba haciendo y desde ese momento traté de poner todo mi empeño en hacerlo bien hasta que paso que un buen día decidí que no me iba a estresar, deje de estar agarrada al volante como garrapata asustada, aflojar todo mi sistema muscular y cooperar y así todo empezó a fluir, el carro dejó de apagarse en cada semáforo y eso ya era un logro.

Pasaron así los días cuando a finales de mayo decidí que me sentía capaz de poder salir sola con Ale, me armé de valor tomé las llaves y llegué hasta la colonia roma ese sólo fue el comienzo de muchas salidas más, ahora hemos ido al Centro, a Azcapotzalco, a Polanco y cada vez tengo menos miedo y más ganas de llegar más lejos, lo que aún me cuesta horrores son tres cosas, estacionarme en espacios pequeños, la reversa y subir puentes cuando hay tráfico.
En una ciudad como esta en la que pasa uno mucho tiempo en medio del tráfico me ha dado tiempo para reflexionar y estos son algunos de las cosas en las que divago en estos momentos:

·         Déjame ver como conduces y te diré quien eres, me puedo imaginar perfecto la personalidad de todos los conductores que van a mi alrededor por sus acciones, por ejemplo imagino una persona competitiva a quien va conduciendo su Audi rebasando sin sentido a todos los coches queriendo ser el primero en llegar a la gran meta, el semáforo, o como una persona ya mayor, cauta y reservada a quien va manejando un carro modelo 78 a 20 kilómetros por hora en el carril central, o como un adulto que se niega a dejar de ser  joven al dueño del carro desde el cual sale un ruido que parece música a todo volumen con las ventanas abiertas y que cada que arranca rechinan las llantas, o el neurótico que empieza a tocar el claxon cuando calcula que falta un segundo para que pase de rojo a verde, o el bonachón gentil y simpático que le da el pase a todos, deja pasar al peatón, todo es un caos y aun así sonríe, o al astuto, sagaz lobo de mar que cree que se las sabe todas y que puede pasar por encima de quien sea, ese que ve que hay una larga fila para girar a la derecha y no piensa hacerla por ningún motivo y prefiere metérsele a la brava a los que van más adelantados. Y cómo me describiría yo si me viera desde fuera, manejo como soy, miedosa y poco arriesgada, me cuesta tomar decisiones rápidas y me acoquina la agresividad de la otra gente.

·         He oído decir muchas veces que quien maneja en la Ciudad de México maneja en cualquier lado, bueno pues no estoy de acuerdo del todo, yo ya manejo aquí y no me imagino manejando en una ciudad de la India donde ocupan el mismo espacio, peatones, vacas sagradas, bicicletas, carros y motonetas, sin ir muy lejos no me imagino conduciendo en Popayán ya que no todas las calles tienen semáforo y donde por cada habitante hay 3 motos todas mal conducidas, pero sobre todo no me imagino conduciendo en un país del primer mundo donde reina el orden y las normas se hacen para cumplirlas, en principio por que no me las sé aún (sólo las que mi marido, quien si se las sabe, me va enseñando mientras conduzco) pero sobre todo por que con el tráfico que hay en esta ciudad donde la velocidad máxima un viernes a las 2 de la tarde es de 20 kilómetros por hora no se si podría conducir sin morir de miedo en una autopista vacia del país vecino.

·         No importa su tamaño ni lo inútil que sea si hay un hueco libre meterte ahí, esto en general lo observo en los conductores del genero masculino, puede que vayamos a la misma altura, el mismo tráfico, la misma velocidad pero si por descuido o falta de pericia dejo un espacio entre mi coche y el de adelante siempre invariablemente el señor de al lado se mete ahí, ¿Para qué? Mi carril no avanza más que el suyo, no va a hacer un giro, y paso algo en ese momento, ohh, se hace un nuevo huequito en el carril de al lado y zaz ese espacio tiene que ser llenado por esa misma persona que regresa a su lugar original y así va de huequito en huequito…. Supongo que así será la vida de muchos hombres, muy divertida pero sin ningún sentido.

·         Otro fenómeno que he observado y comprobado como peatón, como conductor y como mujer es que tiene mucho de cierto que entre las mujeres nos damos garra, en 9 años de vivir en esta ciudad y aun llevando a Ale en brazos no más de 20 mujeres me ha cedido el paso, sé que es poco tiempo pero en estos 5 meses de aprender a conducir ni una sola vez una mujer me ha dejado pasar cuando debo incorporarme al carril por el que ella va, cosa que no pasa con los hombres, es como si nos hubieran educado a los hombres para dejar pasar a las damas y a las mujeres para no dejarse de otras mujeres… cosa rara caballero.
Y esta historia continuará...

Lore

2 comentarios:

  1. ES todo un tema el tránsito....Mi marido siempre dice que manejamos como caminamos...y creo que tiene cierta verdad. Lo que me cuesta entender es la tranquilidad de algunos para parar sin avisar, bajarse abriendo toooooda la puerta....Creo que no miran a su alrededor y piensan que estan solos manejando en una ciudad vacia......Lo cierto es que manejar no es difícil, lo difícil es lidiar con el resto de los conductores....sin perder los estribos....Felicidades por animarte!!

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