22 junio 2012

Nuestra Lactancia


-          Dr y yo si voy a poder lactar a mi hija
-          Claro, porqué no habrías de poder
-          No lo sé Dr mi mamá no me dio leche mucho tiempo... no tiene eso qué ver?
-          Para nada, Usted le va a dar mucha leche a su hija…
Esta fue mi conversación con mi ginecólogo en medio de una ecografía mientras yo lloraba debido a mi angustia sobre la futura lactancia.  Por esos mismos días en el curso para el parto Iliana nos recomendó que fuéramos a la liga de la leche y adicional nos dio una clase entera sobre la lactancia, pero en ese momento mi preocupación máxima era el parto y que Alejandra naciera sin complicaciones, pensaba yo que de la lactancia me ocuparía en su momento.
Y ese momento llegó, Ale  nació y en menos de 5 minutos ya estaba pegada a la teta… esa fue mi primera gran sorpresa yo imaginé que dormiría plácidamente unas horas y luego tendría ganas de comer, en fin, al siguiente día ya me dolían muchísimo los pezones,   para el tercer día que ya estábamos en casa sangraba y cada toma era un dolor insoportable, terminamos por darle leche de tarro, el cuarto día yo estaba en medio de una crisis nerviosa, queriendo dar teta pero con un dolor que no soportaba ni la ropa, mucho menos la succión fuerte de un recién nacido, esa noche por primera vez abrí la página de la liga de la leche, seleccioné al azar a una de las asesoras pero estaba en Cuernavaca, así es que seleccioné otra con quien hice una cita para el siguiente día, cuando llegué a su casa estaba decidida a hacer lo que ella me dijera pero también a que si no funcionaba no iba a sufrir más con este tema y compraría leche de tarro. Ese día conocí a Graciela quien con toda la paciencia y comprensión me enseñó como poner a Ale, me explicó el uso de la lanolina, y me dio unas compresas de gel frías que fueron la gloría.
Los siguientes días me empeñé en hacer todo como ella me lo había indicado, ponía los senos al sol 10 minutos al día y poco a poco el dolor iba menguando. En esas estábamos cuando una tarde después de amamantar a Ale regresó un poco de leche y tenía sangre fresca, yo sentí que me moría, agarré a la criatura y en menos de 15 minutos estaba con el doctor rogándole que la salvara, Alejandra estaba perfecta esa sangre era la sangre de mis pezones, pagué la novata de la lactancia.
A las 2 semanas de nacida pasó que toda una noche y todo un día Alejandra no se despegó de la teta más de 2 minutos, yo estaba físicamente agotada a punto de renunciar a la lactancia por segunda vez, si así iban a ser todos los días yo no lo iba a soportar, fue cuando llamé a mi amiga Marcela quien ya tenía experiencia en estas lides y quien me dijo que seguramente era su primera crisis de crecimiento, y en efecto eso era, para el siguiente día ya se habían normalizado sus tomas.
A la tercera semana llevamos a Ale con el pediatra quien nos dijo que debía lactar a Ale cada 3 horas, yo le dije que nos habían recomendado lactar a demanda y él nos dio una pequeña cátedra sobre horarios, digestión del bebe  entre otros temas. Fue ahí cuando saqué el reloj y me dispuse a amamantar cada 3 horas, y esta fue la tercera vez que quise abandonar la lactancia, era imposible mantener bien a Alejandra durante 3 horas, lloraba, se ponía inquieta, no dormía y sólo se calmaba cuando llegaba la hora tres y yo le daba teta, yo me sentía tan confundida, porqué unas personas me decían que amantara a demanda y otras me sugerían que estableciera horarios, y a mí las dos cosas me parecían igual de cansadas, si ponía horario sufría mi hija, si lo hacía a demanda sufría yo, y es que amamantar a demanda los primeros meses a mí me pareció física y emocionalmente  agotador, quiero decir con esto que no hacía yo otra cosa que dar teta, en eso se me iban las horas, los días, las noches las semanas,  y por otro lado me sentía atrapada, y es que mi mamá me educó para que fuera una mujer independiente, para que pudiera trabajar y valerme por mis propios medios, yo llevaba 32 años de mi vida  siendo libre y ahora estaba encadena a una silla con una bebe que sólo quería comer y comer y comer sentí que iba a perder la razón y a enloquecer sin remedio, como cuando después de todo un día de teta puse a Ale en la cama, se puso a llorar y yo en una esquina de la habitación llorando también cavilando la forma de huir, pensaba llevar a Ale con la vecina y decirle que Víctor no estaba que yo tenía que salir urgente y no podía llevar a la niña pero que el padre de la niña en menos de 1 hora pasaría por ella, pensé en tomar mi tarjeta de crédito y huir muy lejos rentar una habitación en un hotel, bañarme, dormir y olvidar todo lo que estaba pasándome, pero por otro lado me sentía la peor madre del planeta por maquinar cosas tan espantosas, Alejandra seguía llorando, yo seguía llorando, todo era un caos, para nuestra fortuna Víctor llegó a tiempo y nos salvó de las lágrimas y de la locura.
Poco a poco fui aceptando mi nueva condición de mamá, me costó más de lo que yo hubiera pensado, era tan fuerte el amor por mi hija como las ganas de perder la razón y desconectarme de una realidad que yo no entendía, y es que nadie se imagina la maternidad hasta que no la vive, para mí el comienzo fue como estar en la ducha bañándome con agua caliente y deliciosa y que de repente alguien abriera el agua helada, fue un cambio definitivo y radical en mi vida en la que tuve que dejar morir a la Lorena que conocía y ver nacer, aceptar y no juzgar a la nueva Lorena mamá.
Afortunadamente en este proceso pude asistir al grupo de lactancia de Graciela lo que me sirvió para darme cuenta que no era yo la única mujer que pasaba por todo esto, en estos grupos y en el camino también he conocido lindas mamás que me han ayudado muchísimo a salir del hoyo, definitivamente creo que no hay mejor amiga para una mama primeriza que otra mamá que este o haya pasado recientemente por las mismas que uno está pasando.
Mi primera meta de lactancia fue un mes, cuando lo logré mi segunda meta fueron los 6 meses y de ahí fue el año, ahora que Ale tiene 14 meses y mi nueva meta son los 18 meses, y así iré poniéndome nuevas metas hasta que llegué el día que las dos nos sintamos preparadas para el destete, no sé exactamente cuando la lactancia me empezó a parecer muy linda, creo que fue como al cuarto mes que comencé a tener esa sensación de que era algo maravilloso, casi mágico, y claro de ahí para acá hemos tenido mil momentos bonitos pero también de vez en vez el cansancio hace que se asomen las ganas de enloquecer de querer gobernar sobre mi cuerpo y que nadie lo toque cuando quiera y a la hora que quiera, pero pasa y tomo aire me llenó de fuerza y sigo porque no sólo le hace bien a mi hija, lactar me hace mucho bien a mí sana el vacío de no haber sido yo lactada por más de unas semanas y me da esa oportunidad que nadie más tiene de estar en completa intimidad con mi hija.
Lore

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