04 mayo 2012

Las alegres comadres

Las alegres comadres; Doña Clemencia y Doña Leonor

Erase una vez un pueblito al sur de Colombia llamado Santiago en el que vivían dos familias cuyas casas sólo estaban separadas por una tapia, cada familia tuvo muchos hijos pues en esa época era pecado planificar. Dada la cercanía paso lo inevitable, las esposas se hicieron amigas, Doña Leonor y Doña Clemencia, compartían mucho tiempo juntas, intercambiaban recetas, criaban animales, se contaban lo incontable y esas cosas que hacen las mujeres en un pueblito al sur de Colombia y los niños de las familias se hicieron amigos casi como hermanos. El esposo de Doña Clemencia era muy estricto con sus hijos en particular con el hijo mayor, el pobre hombre no sabía otra forma de educar más que a los golpes ya que en esa época también era pecado pensar y amar, no existía google y la disciplina en todo su rigor era lo que se estilaba. El hijo mayor de Doña Clemencia se refugiaba a menudo en casa de Doña Leonor haciendo de la familia vecina su familia también. Las Doñas se hicieron comadres ante Dios, era lo esperado entre las dos sumaban más de 15 criaturas y en un pueblito de las dimensiones de Santiago no ha de ser tarea fácil encontrar 15 madrinas de bautizo, también eran  comadres por que Doña Leonor atendía los partos de Doña Clemencia y sobra decir que eran compinches y conocedoras de sus secretos más íntimos lo cual era una fortuna porque  en esa época era pecado sentir, entonces que mejor que tener una comadre a una puerta de distancia. Pasaron los años y sus hijos se fueron del pueblito del sur de Colombia a buscar oportunidades a las grandes ciudades, tuvieron sus propios hijos y ellas se hicieron abuelas. La hija mayor de Doña Leonor de nombre Nereida tuvo una hija llamada Marcela, y el hijo mayor de Doña Clemencia llamado Jaime tuvo una hija llamada Lorena. Nereida y Jaime seguían siendo amigos pero por esas cosas de la vida pasaron muchos años hasta que por fin Marcela y Lorena se conocieron y se hicieron comadres desde el primer día y empezaron a hacer esas cosas que hacen las comadres como por ejemplo intercambiar secretos. Pasaron muchos años más, y las nuevas comadres fueron madres, Marcela tuvo un niño llamado Samuel y Lorena un año después una niña llamada Alejandra. Las Alegres comadres hoy son bisabuelas, siguen viviendo en el mismo pueblito al sur de Colombia sólo que ya no a una tapia de distancia, ya no se ven a menudo por que a sus más de 85 años ya no hay tanta energía para comadrear, pero es temporal, seguramente cuando se vayan de viaje al más allá se las arreglaran para seguir compartiendo los secretos de la eternidad. Colorín colorado este cuento se ha terminado.
Nota: La amistad que comenzó en un pueblito al sur de Colombia hace casi 60 años ya va en su cuarta generación, y yo tengo la ilusión de que Samuel y Alejandra sean amigos, compadres, poseedores de secretos y que sus hijos y los hijos de sus hijos lo sigan siendo honrando así la memoria de estas dos alegres comadres.
Lore
Erase una vez un pueblito pequeñito al sur de Colombia llamado Santiago Putumayo

3 comentarios:

  1. Guau me erizó la piel. Èrase una vez un pueblito llamado Santiago Putumayo... qué gran historia. Un abrazo Lore... qué río de palabras y de vida de veras!!!

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  2. que bueno que te gusto, son dos mujeres muy bellas. Un abrazo!!!

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  3. Hermoso! gracias por contarnos estas historias !!!

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